Quien vaya a Nueva York por primera vez se encontrará con una realidad un tanto sorprendente: mientras pasee por las calles y mientras visite los lugares más populares se encontrará con una cierta sensación de déjà vu. Lo que está viendo le parecerá bastante conocido y lo que tiene ante sus ojos le sonará. Es como si ya hubiese estado en Nueva York, aunque en realidad no lo ha estado (físicamente al menos) nunca. ¿Cómo se explica esta situación? La clave está en lo que ha visto a lo largo de los años gracias al cine. Los elementos más característicos de Nueva York se ha repetido película tras película y serie tras serie, lo que hace que todo el mundo os conozca y los tenga como un referente. De tanto verlos, el espectador se ha familiarizado con ellos y los ha incorporado ya a las cosas que conoce. Posiblemente sea capaz de identificar muchísimos de esos lugares incluso aunque nunca vaya a tenerlos delante.

Y lo cierto es que lo mismo sucede con muchas otras cosas, incluidas las imágenes asociadas a las marcas. Los consumidores recuerdan de forma destacada los logos de ciertas compañías y sus colores corporativos, incluso aunque no sean clientes de la misma y aunque no se relaciones de forma regular ni siquiera con esa categoría de productos. Esas marcas son un poco como Nueva York para los consumidores. A pesar de que su relación con ellas es limitada o escasa, los productos se acaban colando en su memoria y son fácilmente reconocibles por ellos. Solo tienen que ver el logo de la marca para saber de quién le están hablando. Es lo que hace que incluso quienes son más exigentes con su dieta y quienes están más preocupados por comer de forma sana y saludable sean capaces de reconocer de forma casi inmediata el logo de McDonald’s o el logo de Coca-Cola.

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